En 2002, el psicólogo y economista Daniel Kahneman ganó el Premio Nobel de Economía por demostrar algo que hoy resulta clave para entendernos: nuestro cerebro no valora igual las pérdidas que las ganancias. A esta tendencia la llamó función de asimetría de utilidad. En palabras simples: sentimos el dolor de perder con el doble de intensidad que la alegría de ganar.
¿Por qué pensamos más en negativo que en positivo?
Nuestro cerebro evolucionó como un “radar de amenazas”. En la sabana africana, pasar por alto un ruido extraño podía costarnos la vida. Por eso, la biología nos programó para anticipar peligros antes que oportunidades.
Kahneman lo demostró con su famosa teoría de la aversión a la pérdida: frente a una decisión, las personas prefieren evitar un riesgo antes que obtener un posible beneficio. En números, solemos “pensar dos veces en negativo por cada vez que pensamos en positivo”.
La resistencia al cambio: un mecanismo primitivo
Ese sesgo ancestral sigue vivo en la oficina, en casa y en nuestra vida diaria. Por eso nos cuesta tanto implementar cambios, aunque sepamos que son buenos para nosotros. El cerebro prefiere lo conocido porque le demanda menos energía y le da sensación de seguridad.
Pero aquí está la clave: entender el porqué de nuestra resistencia ya es el primer paso para transformarla. Como dice Kahneman, conocer estos sesgos nos ayuda a tomar mejores decisiones.
¿Cómo hackear a tu cerebro?
Saber que estamos “cableados” hacia el pesimismo no significa resignarnos. Algunas estrategias pueden ayudarnos a equilibrar esa balanza:
- Microcambios: introducir ajustes pequeños reduce la sensación de amenaza.
- Entornos seguros: un espacio ordenado, luminoso y armónico transmite calma al sistema nervioso, reduciendo el sesgo hacia el riesgo.
- Reencuadre positivo: entrenar la mirada para identificar ganancias potenciales en lugar de solo pérdidas.
En neuroarquitectura, esto significa diseñar espacios que minimicen distracciones y transmitan seguridad, facilitando que el cerebro se abra a lo nuevo.
Conocer es aliviar
La buena noticia es que no estamos condenados al piloto automático. Reconocer que nuestra mente está “seteada” para ver primero lo negativo nos da margen para pensar fuera de la caja, tal como decía Kahneman.
Porque, al final, lo que vemos afuera —nuestro entorno físico— puede ser el gatillo que suavice esa resistencia interna y nos ayude a dar el paso hacia el cambio.